Camaleón de Urabá es reconocido por hacer teatro y por apostarle a la siembra de arte en la región de Urabá, una región que es tan rica en expresiones, en saberes y que contiene tantas historias que a veces parecen confundirse con la ficción. Justo allí entra la Corporación Cultural, quien hace del arte una herramienta que además de formar artistas, construye memoria, pero que también le hace resistencia a esa violencia que azotó a Urabá, y de la que aún quedan grandes ecos, precisamente contando a través del teatro esas hechos que parecen sacados de un libro.
Una de las obras más emblemáticas y representativas de Camaleón de Urabá y que justamente aborda este tema de la memoria histórica en la región, es Érase Una Vez Un Pueblo Bello, en la que mediante poemas y declamaciones del cultor Fernando Ñungo, además de la fuerte presencia de bailes y cantos de bullerengue, y otras herramientas simbólicas, se cuenta una de las tantas historias tristes que ocurrieron en Urabá: la masacre de Pueblo Bello.
Según el portal periodístico Rutas del Conflicto, este doloroso suceso fue cometido por el grupo paramilitar Los Tangueros y ordenada directamente por Fidel Castaño, quien buscaba tomar venganza por el robo de 43 reses dos años antes en una de sus fincas, y quien, según el portal, expresó que “esas 43 cabezas de ganado iban a valer 43 víctimas”. Aquel 14 de enero de 1990, un grupo de 60 hombres fuertemente armados se llevaron a 43 habitantes del corregimiento Pueblo Bello; hasta la fecha 37 cuerpos siguen desaparecidos. Según una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Estado Colombiano tuvo responsabilidad en los hechos por el incumplimiento en sus deberes de prevención y protección de los habitantes de la zona que, además, había sido declarada como zona de emergencia y de operaciones militares frente a las acciones de los grupos paramilitares.
Para honrar a las víctimas del corregimiento, y como una deuda con la memoria y la verdad, Camaleón de Urabá decidió contar este hecho a través de las artes escénicas mediante su obra Érase Una Vez Un Pueblo Bello, una alegoría de aquel trágico día que evoca el dolor y el miedo que sufrió la población mediante elementos simbólicos a través de poesía y bullerengue; esta dramaturgia fue creada por María Victoria Gómez Suaza, directora de la Corporación Cultural Camaleón, con textos del cultor teatral Fernando Ñungo y se ha presentado en diferentes festivales nacionales en los que ha tenido buena recepción y acogida por parte del público, ganándose el reconocimiento incluso de la Comisión Para el Esclarecimiento de la Verdad, del Centro Nacional de Memoria Histórica, y las distinciones: Obra ganadora al estímulo creativo del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia a Obra cuya directora es Mujer (2015); y Obra ganadora de Circulación Nacional, Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia (2016).
La directora de la Corporación Camaleón, Maria Victoria Suaza Gómez, cuenta sobre el proceso de realización de esta obra:
“La nota inspiradora para empezar a escribir nació con una escena de varias mujeres vestidas de blanco con una rosa amarilla, que incluso no estaban en Urabá sino en la Alpujarra de Medellín, yo estaba haciendo una diligencia en el año 2016 cuando llamó la atención oír unos cantos de unas mujeres que se acercaron a colocar una especie de altar y cada una con una rosa amarilla empezó a cantar; yo me conmoví y me acerqué y me di cuenta de que eran mujeres víctimas de la masacre de los 43 en Pueblo Bello y me impresionó mucho porque a nosotros en el territorio nadie nos había contado esa historia. Así nace la idea, junto con un trabajo de exploración y de indagar en el mismo territorio, pues fuimos a hacer trabajo social en Pueblo Bello, tuvimos la oportunidad de compartir con sobrevivientes y acompañar el proyecto del museo, conocimos al grupo Talento y Futuro que es un grupo de teatro que cuenta muchas de las cosas de Pueblo Bello.”
La obra se ha presentado con diferentes elencos que ha tenido la Corporación, y ha evolucionado desde que empezó para darle más sentido a la dramaturgia y así narrar este hecho de una forma más urabaense. Así fue como se introdujeron los poemas de Fernando Ñungo, quien a través de palabras y expresiones muy propias de la identidad caribe de Urabá, escribe poemas y canciones en las que se siente muy marcada los discursos y dichos de la región.
“El texto contiene poesía escrita por un poeta del territorio como lo es Fernando Ñungo que además busca eso, hacer una acento fuerte en todo lo que tiene que ver con la identidad de Urabá, por eso también empezamos a fortalecer el texto y darle estructura de obra dramática”, dice Maria Victoria Suaza.
La experiencia de integrar la danza, el teatro, el bullerengue, las plásticas, la música, todo para contar un episodio, hace que la puesta en escena de esta obra tenga gran impacto en el público, pero tras bambalinas, mezclar todo este tipo de expresiones artísticas no es fácil como parece, lo que demuestra que es una dramaturgia exigente en las que Camaleón de Urabá demuestra su fortaleza artística.
La Corporación Cultural Camaleón de Urabá tiene como propósito misional poder hacer un teatro social desde la creación, que además del gusto estético, tenga también una propuesta filosófica o ideológica, que genere reflexión o que por lo menos nos genere una pregunta, y esta obra es una muestra de ello. Esto con el fin de reconstruir el tejido social de nuestra hermosa región, y seguir haciendo arte y formando artistas comprometidos con el territorio.